El cielo estaba cargado de nosotros, de ti y de mí
Y el sol que a fuerza, y contra todo pronóstico, nos despeja
Borrando todo rastro de nuestra existencia
Como si nunca hubiésemos estado allí
Cómo si no hubiéramos empapado con cada lágrima esa tierra encantada
Cada pesada lágrima
Llena de todo lo somos, lo que fuimos
Cómo si el suelo no se hubiera rendido ante nosotros
En cambio hoy
Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos
Y el sofocante calor ha evaporado cualquier rastro nuestro.