Esa sensación
desorbitadamente quieta
quiebra mi paz.

Mi memoria me condena:
ella recuerda,
y yo, ansío olvidar.

Me atormentaron tus manos,
vacías de caricias, de promesas.
Me dolió tu corazón en un rincón:
impávido, pasivo, helado.

Ahora nos separa un abismo,
está la noche entre los dos;
ya solo queda una despedida,
solo queda el adiós.