Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
palabras que danzan en la penumbra,
susurros del alma que busca un eco.
En la hoja en blanco, un refugio,
las letras son mis alas,
y el silencio, mi confidente.

Cada línea es un destello,
un grito ahogado en la bruma,
un deseo de ser escuchado,
aunque sepa que no habrá respuesta.