Murmullo y canto.
El ave me peina desconsoladamente.
Arrasa con vuelos, pellizca y vuelve a cantar.
Come de mi corazón y yo agonizo lento.
Me lleva en sus alas un nuevo corazón.
Me dice es tuyo, ¡tómalo!
Pero sé que apenas se de la vuelta, volverá a roer.
Y acabará con él también.
En estas ramas canta un ave negra.
Aunque hay día, la flor no crece.
Muere seca, vuelve a la tierra.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…