Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
pintada por densa niebla
como muro de hormigón,
que en la penumbra nos aleja
recordando un viejo dolor.

Y si sigue la noche quieta,
no existirá lugar para el amor,
pues con sus oscuras grietas
no romperá ningún muro,
solo nuestro corazón,
el que desorbitadamente late
cuando nos unimos los dos.