tengo tus certezas impresas en mis ojos
aunque ahora pesan menos que el aliento de un pájaro
tu impaciencia atragantada al borde del hallazgo
ahora es un lecho sin forma ni sombra
sobre el que a ratos me tumbo a descansar
llevo conmigo tu miedo que era frío y crujía
y ahora apuntala los pilares de una casa de luz
te escribo y sé que escribo
para que no me leas
pero lanzo al aire esta carta
por si el tiempo se pliega sobre sí
y oyes a lo lejos un canto del futuro
e intuyes que el silencio también podía florecer