Cómo pude olvidarte
cuando mi mundo estaba en llamas
y tus brazos me sostenían en la derrota.
Todo sabía a urgencia y locura, a palomas y ciudades de oro,
con el mundo de nuestro lado revelándose desnudo y firme
como un mascarón de proa en posición de asalto.
Cómo pude olvidarte.

Aún siento tu mano sobre mis escombros,
o cuando cierro los ojos
o rocío los geranios ya secos:
después de todo aún nos quedan ciudades por visitar.
Te escribo y sé que escribo para que no me leas
pero, me ayuda a arrastrar la casa donde resido, que es mi alma.

No sé cómo pude olvidarte.