Iria Flavia duerme, cómplice de siglos,
y dos amigos caminan, vida en sus voces:
García Nieto, claridad serena del verso,
Cela, brío hondo que rompe las noches.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…
La amistad, firme, les tiende su puente,
bajo estrellas que escuchan sus nombres;
y el pueblo, guardián de pasos sinceros,
besa en silencio su pacto de hombres