Tú y yo somos almas ancestrales
que por no sé qué sortilegio
caímos en la misma red de la vida.
Tú venías radiante del amanecer
y traías el sol en tu pecho.
Yo venía escapando de la oscuridad
y traía llagas en mi piel.
Tú curaste una a una mis heridas
y yo te regalé todos mis azahares.
Aunque juntos hemos vencido
hasta las más dura de las batallas
desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos
¿Podremos encantarla otra vez?