Te escribo y sé que escribo para que no me leas;
sé que tu corazón navega en otros mundos.
No escribo para verte, ni para que me veas,
solo para expurgar mis recuerdos profundos.
Te escribo y sé muy bien que en verdad no te escribo;
escribo para otros, por compartir mi pena.
También para probar que sin ti sobrevivo,
que puedo volar libre, reducir mi condena.
Te escribo en los crepúsculos dorados de la vida,
en las tenues fronteras de los últimos sueños,
en versos de poemas que no publicaré.
Te escribo en los silencios de la noche escondida,
donde nacen y mueren los mejores empeños,
donde nacen y mueren mi razón y mi fe.