Tú y yo siempre pensábamos – ¡qué herida,
hablar de ti en continuo pasado! –
que una vez este tránsito acabado
ya no habría otro mundo ni otra vida
Pero hoy sorprendo, la vista perdida,
ora arriba , en el cielo, ora a un costado,
buscando donde dirigir este recado
póstumo, esta – se supone – despedida.
Se me rebela todo mi ser agnóstico,
te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
combatiendo, por ti, contra el pronóstico
que envía al muerto al hoyo
sin peleas.