La luna no salió de testigo
porque las nubes cruzaron el cielo
cuando las manos se hicieron una
avanzando hacia el desconcierto.
Nadie se detuvo a verlos, fueron invisibles porque
desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos
para no revelar la clave de ese secreto
y no perderse detalles
de aquella historia de amor
con final aun incierto.