Dejo mis letras quemándose al viento
con el único propósito de exorcizar mi pena.
Mentiste a nuestras sábanas
con tu sudor mezclado de ego y rimel.
Cuando les acuchillé con saña
lejos estaba de imaginar el desenlace
y que todo, era una sorpresa navideña.
Cuelgo mis paranoias de esta viga
y asumo el castigo de mi desconfianza.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas… ¡maldito!