Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
ya no estás y tu risa la llevo en mi retina,
el misterio está en el aire, en la luz,
en las estrellas silentes que mirábamos juntos,
en el ocaso viendo el rayo verde,
el tiempo lo roe todo,
también el amor,
preguntar a los muertos si no quisieran seguir viendo las estrellas,
estoy en el silencio de las multitudes,
vago por la ciudad gris,
y todo me trae tu nombre y tu rostro,
como la soledad entre la gente,
como la esperanza de encontrarte.