Te escribo y sé que escribo
para que no me leas…
Siempre has sido mimosa
y de tercas ideas.

De esas que acallan mentes,
que sugieren templanza.
La que rehúye dementes
y falla en tolerancia.

¡Oh, mi amada enojada!
¿Me disculparás pronto
si atiendo la colada?
Mi integridad peligra
desde que estás airada.