Las estrellas tiemblan en silencio,
el aire guarda secretos antiguos,
tu mirada se enciende como faro,
mi piel reconoce su destino.
Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos,
un instante suspendido en la eternidad.
La luna nos observa sin juicio,
el tiempo se detiene en su latido.
Somos sombra y luz entrelazadas,
somos el eco que nunca muere.