Se secan las almas, poco a poco,
entre jardines que se bifurcan,
y alephs encontrados y olvidados,
como los amores adolescentes.
Enjutos los corazones, los sentimientos
amojamados, en esa noche turbia
de disparatadas palabras acres,
enturbiadas por los odios vacuos de las rutinas
sin epifanías, ni anagnórisis, ni pasión.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
amantes inverosímiles de otros tiempos,
inermes ante la inopinada llegada
del otoño sin tregua en el corazón.