La noche, esta larga noche,
el reloj marca las horas poco a poco,
no puedo dormir, doy vueltas en la cama,
mi mirada está perdida en el techo.

Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos,
miro el reloj y su risa burlona me vuelve a engañar.

Son las dos y diez, cierro los ojos y no llega el sueño,
me levanto de la cama y voy arrastrando los pies,
abro la ventana, todavía es noche estrellada.

Son las cinco en punto de la madrugada.
Miro el infinito del horizonte,
empieza a despuntar el amanecer, dejo la ventana
para que entren los colores del día iluminando tu rostro,
que te llenan de color y de vida, vida mía.