Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
pues ya no me ves; soy un fantasma inerte.
Soy un soplo; una brisa en tu cara.

Desde mi lengua, cae el rocío de la noche
y mojo tus labios de acero.
Cae la lluvia, que brota de mis ojos
y mojo todo tu cuerpo.

Pero no piensas en mi
no me piensas en la ráfaga que jugó con tu pelo
y estimuló tu entrepierna. No.
Ahora soy solo aire. Viento que se ha ido,
pero que volverá.