Podrían recogerme tus manos,
hacerme yo un ovillo
y refugiarme
en el hueco de tus palmas,
podría adormecerme
al abrigo de esa cuna
mientras tu corazón ensaya
su latido sosegado
y me arrulla.
Y, sin embargo,
te escribo y sé que escribo
para que no me leas…
te espero y sé que espero
aunque nunca llegas.