En secreto misterio murmuran
los esquivos ojos.
Ayer cómplices en la mañana.
Tus labios corresponden
en idéntico presagio.
Pensándote en silencio
herido por el miedo y sin plegaria,
desorbitadamente quieta está la noche entre los dos.
La suerte está echada.
Cuando me abandono a tus anhelos,
y no hay voz que le devuelva al alba,
que son todos, menos yo.