Te escribo y sé que escribo
para que no me leas
pero me duele el corazón,
está hasta los bordes de dolor
y en algún lado debo vertir mi sangre.
Esta noche dormiré sola
ningún cuerpo chispeante bajo las sábanas,
ningún tope para mis pies fríos.
Se que no se puede destruir el bloque de indiferencia que yace en tus ojos pero quedará constancia como ante un tribunal el daño que me hiciste.