Te escribo y sé que escribo para que no me leas;
te llamo y sé que llamo para que no me atiendas;
te nombro y sé que tu nombre lo borró el tiempo
de la faz de la tierra.
Te amo y sé que tu amor se lo llevó el viento
sin que te dieras cuenta.
Te olvido y sé que la niebla de la desmemoria
nos condenó a la página inédita
de un eterno poema.