Te escribo y sé que escribo para que no me leas,
lo hago para recordar momentos de nostalgia,
y sentir tu piel esculpiendo mi apenada alma.

Una guerra interna intensifica mis ideas,
aquellas perdidas que remueven la marea,
callando llantos entre brumas e impaciencia.

Ahora este anhelado pliego reposa con tristeza,
y el cajón echa la llave velando su insistencia,
sabiendo que escribo a diario para que no me leas.