Siempre con la luz apagada.
Tus manos que se multiplican y fragmentan.
Fieras hambrientas que destruyen
Todo a su paso.
Tu placer aprieta mi soga.
Tu aliento me sepulta.
Hoy, los recuerdos son una jauría salvaje.
Colonizan mi mente,
Hasta hacer de ella un páramo sin nombre.
En la noche oscura de mi derrota,
Te escribo y sé que escribo para que no me leas…