Te escribo y sé que escribo,
para que no me leas.
Hoy, que el todo sabe a nada.
Siento el mar, dentro.
Mis poros absorben todo olor.
A salitre, a pino.
Veo suave, tu piel, ya fría.
Y veo rugosa, la tierra, que te acoge.
Que si el llegar tardío, que si los coches, y su ruido,
aquí todo eso no existe, todavía.
No pertenecen,
a este presente, ni a su futuro.
Sólo están tus manos, llenando las mías,
vacías.