Soñar a voces la cósmica mentira del regreso
y preguntar a los escombros de esta casa,
ya no mía, ya no tuya,
si duele otra vez el miedo
o es mi voz la que oxida los balaustres,
donde, solo a veces,
te escribo y sé que escribo,
para que no me leas,
para no morir,
para que nadie intente salvarme ahora
que vuelo y me han dado un nombre.