Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
que estas palabras son solo lágrimas que intentan perdurar,
lágrimas sobre papel
bajo la boveda del cielo impenetrable de la noche.

¡Es tan grande la rabia de tu ausencia que enloquezco!

No puedo soportar el ordenado caos de las estrellas
sobre las cornisas de esta ciudad que me engulle…
rutilantes, girantes, innumerables… muertas.

Espero el amanecer de un nuevo día
en este corredor de la muerte que es la vida.
Las primeras sombras dibujan rayas sobre mi piel desnuda,
Los pájaros cantan frenéticos anunciando la luz
¡ acólitos del demonio!…pretenden engañarme.