Desandamos el reloj hasta su muerte
por el camino angosto de nuestros días
construido piedra sobre musgo y arena sobre sol
Abrazamos todo y nada por costumbre
«Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos»
como un silencio traído de otros mares
con el hastío del mundo a cuestas
en el mismo trayecto de la luna nueva
Desmedidamente ansioso
está el día entre tú y yo
como una danza cuyo folklore persiste
con los colores raídos, pero alegres
en la precisa latitud de la esperanza