“Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…”
Quisiera acallar la palabra
para poder oír tu voz,
esa que suena en el silencio
de mi lóbrega habitación.
No pretendo saber quién eres
pues mi alma no es de ningún dios,
es del interior de la Tierra
y de la que a mí me parió.
Por ello quisiera pensar
que quien habla es mi corazón,
la interna voz de la conciencia
que medita con la razón.