Hay un niño desolado, amarrado, atormentado,
habitando en mi interior.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…
Agonía acostumbrada, callada, asimilada:
tierra de hoja envenenada,
fértil prado pisoteado por un ganado libertino.
¿No es acaso mi destino revertir ese camino?
Asesino.
Hidalguismo bizantino, enemigo imaginario…
¿Cómo puedo resolverlo,
si yo soy el carcelario?