Tú y yo silenciosos
observamos cómo ondea
la luna sobre las serenas aguas
del río, que absorben con prontitud
mis lágrimas y mi mirada.
¿Y la noche?
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…
Sólo nos mira callada en su oscurana
sin importar mi sufrir,
mientras la brisa me ofrece consuelo
con sus tibias caricias y
el horizonte, desde su lejanía,
lo siento melancólico.