Ahora, antes que muera la noche y se encienda la luz de la naturaleza;
ahora, cuando gozamos de la soledad sonora de un cielo sembrado de estrellas;
ahora, donde la música suena a paraíso celestial
y la sensualidad se derrocha a borbotones, jugando a querernos
como dos amantes con promesas que de día no nos atreveríamos;
ahora, amor, yo te pregunto: Por qué…? Cuándo…?

Y tú, presta, me contestas:
¿Por qué cuando disfrutas apasionadamente de mis avances tecnológicos,
te sientes atrapado como un pájaro en su jaula,
y te conviertes en un ser enajenado, imbécil, enfermo…?

Y yo ahora, caminando por senderos de sueños,
sumido como Einstein en su pesadilla, asiento:
querida, desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.