Ayer estabas aquí a mi lado, compartiendo tu corazón y el momento,
pero ni mi amor ni las suplicas hicieron que cumplieses tu juramento.
Y en la distancia te escribo y sé que escribo para que no me leas.
Sólo escribo con la moribunda esperanza de quien ya sólo espera.
Qué cruel destino para un poeta que sólo sabe amar intensamente,
amar a alguien que ni te lee ni escribe ni hace su amor evidente…
Y te seguiré escribiendo, dejando mi cordura en cada verso hasta perecer,
porque habré perdido a mi musa, pero jamás la intensidad de mi querer.