No sé si aquí o en otra estrella
corre la vid de tu creación.
Solo miro cuál se rebela
en profundo barítono
y suspiro. ¡Ah, es tu voz!
Santamente feliz contemplo
tus poliédricas virtudes
sirviendo el mandato de Dios.
Entonces bendigo la cercha
terrena que nos dio armazón.
Bendigo asimismo el negror
de inmarcesible día mientras
desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.