Sin tener una permanencia perenne
en la silueta de tu cuerpo,
absorbo, beso a beso, cada uno
de los oasis que me ofrecen
los poros de tu piel.

Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…

Mientras las estrellas se nos caían,
una a una, de un cielo instalado
en el techo de tu cama,
cómo páginas leídas,
del libro impronta adolescente del amor.