Era tanta mi tristeza
por no merecer tu aprecio,
que en un alarde de ingenio,
me afané en recrear tu belleza
en cien esculturas y lienzos.
Hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados…
“Podrás poseer a tu dama
en mármoles cincelados;
pero por ellos serás ignorado,
a imitación de tu amada”
Compungido quedé al oír tales verdades,
pues solo me rodean falsedades
y en tu corazón sigo vetado.
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