Te escribo y sé que escribo
para que no me leas.
Te escribo desde la pureza
de una verdad antigua.
Te lo digo desde siempre
y para nunca,
porque hubo un mensaje
que aún navega en el limbo
de las voces silentes,
y porque estas palabras
son parte de un código no verbal,
un lenguaje que nace cada vez
que nuestros cuerpos se encuentran.
Por eso te escribo.