Te escribo y sé que escribo
para que no me leas…
Todo lo espero del desencuentro,
que la vida fluya a flor de piel,
que seamos sin más
en lo que dejó de tener sentido.
Pero en la ausencia de un nosotros
voluntarioso y afanado en
nuestro empeño,
las palabras que tú no lees
son como sámaras que portea
el viento…
A ti llegan aunque no las esperes.