He sentado a mi sombra conmigo
a tomar un buen trago
y compartir el tiempo de un cigarrillo.
Pero le dejo bien claro
que ya no soy un adicto,
que aquí ahora mando yo.
Y que esta es mi mesa.

Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…

No importa en cuántos idiomas cantes.
Solo uno es necesario
para cada milagro propio reprimido.
El que más teme tu diablo
es que lo dejes en evidencia.