En la memoria del olvido
hablan las formas recreadas
hablan los cuerpos transformados…,
del desamor que condenó mi vida
a ser un convento abandonado.
Entre el silencio de los claustros y la rima
final de mis lamentos vanos
expiro como el día en cada noche.
Los susurros agudos de la tarde
al morir lisonjeras las estampas
de mi fe, silenciosamente,
corren hacia la risa y el llanto
que se quedó en el tiempo confinado.