Nunca me gustó el mar
hasta que ví tus ojos en él,
eran el estruendo más profundo
que habían escuchado
mis oídos.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
pero amar
es escribir un poco.
Por eso
mi más grande pena siempre será
no poder separar
cada una de tus palabras de mi voz.