Tropiezas con los hilos inconexos
de mi balada muda,
de mi cuerpo hueco.

Llegas cuando más sangro y
cuando menos sé de quién es la sangre,
porque yo ya no estoy aquí.

Debí mirar afuera
Así no me ahogaba con
pensamientos inciertos,
y vagones descompuestos.

Debí mirar afuera
porque te escribo y sé que escribo,
para que no me leas.