Madre, te escribo en un lenguaje quebrado,
en un alfabeto de ausencias y de ruinas.
Te escribo y sé que escribo para que no me leas…
pues las cartas son siempre producto del corazón,
y yo soy solo el eco de un hombre perdido
que camina entre los escombros de su patria
buscando el rostro que se fue hace tanto.
Y aunque ya no pueda verte,
tu ausencia sigue siendo el sol que me arde,
y en cada paso, en cada verso,
te busco en la niebla de un tiempo que se esfuma.