En el borde exacto del insomnio,

la memoria se hace un mapa de calor.

No es el pasado,

es la brasa que aún pide aire.

Todo el rencor tiene este color:

ocre, seco, invencible.

Desorbitadamente quieta

está la noche entre los dos…

Y esa paz es mentira.

La luz de la lámpara vencida

intenta no nombrar

lo que se talló con filo.

Pero el barro de mi boca

no sabe de silencios pactados.