Fue en aquellos hilos de fina mañana
donde aquel polvo suspendido de ayer
desprendió mi antigua piel.
Por caminos nuevos voy ligero.
He dejado en esta tinta el peso.
Escribo; al leerme te encuentro.
Te escribo y sé que escribo,
para que no me leas…
Cierro mis ojos; me recuesto
sobre tu hombro.
Sonrío y sé que sonrío, aunque no sea cierto.
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