Qué importa en las lágrimas que el tiempo haya pasado,
te escribo y sé que escribo para que no me leas,
como una gota de agua se pierde en la marea
así el dolor de ausencia en olvido me ha dejado.
La moneda sobre moneda sobre moneda,
así tu breve imagen quedó desfigurada,
el fugaz recuerdo del recuerdo sabe a nada
y en cada lento evoco se tupe la arboleda.
La sombra que evocaba tu amor en mí fue urdiendo
aquello que deseaba soñar pero temía;
la lejana visión, ya distante, ya no mía.
Me postro en silencio y de rodillas porque entiendo
y profeso la fatal verdad de los devotos:
solamente late el corazón cuando está roto.