Desorbitadamente quieta
Está la noche entre los dos…
Se despeñaron las campanas del alba
Por detrás del ocaso.
Ya no siento tu voz
Desorbitadamente quieta
Ya no escucho tu alma
Ni el fulgor de tus ojos inocentes
Persiguiendo luciérnagas tras las cancelas
Ninfas de espuma que se deshacen en las playas de la luna
Como candelas de luz
Al otro lado del sueño donde hoy alientas
Aunque no pueda verte
Como rey soberano de las sombras.