Desorbitadamente quieta,
está la noche entre los dos…
El viento canta entre las vetas
y revive, lento, tu voz.
La tierra roja, húmeda y vieja,
acoge sombras de nuestro amor,
y el eco de tu risa refleja
el instante que el tiempo nos robó.
La mina duerme bajo el cielo,
y el polvo cubre mi voz final,
te nombro en silencio, tenue y lejos,
fantasma pálido de un amor mortal.