Sí, lo sé, lo sabes, lo sabemos, el mundo subterráneo,
solos tú y yo, sin decirnos nada, nos dijimos todo,
como el navío perdido en la lejanía del océano
buscando los ojos del faro en plena oscuridad.

Hablan los cuerpos transformados por sí solos,
están llenos de candelillas iluminando las almas.
Sí, este amor es callado, luz tenue buceando,
recorriendo las aguas por encontrarse en un parpadear.

Ensanchan las pupilas su camino errante
donde hablan las formas recreadas,
circulares, donde estallan a borbotones el ansia
de no perder de vista el mundo creado en un instante.